Oído, olfato y gusto
El sentido del oído del gato es más fino que el del perro y tres veces superior al del hombre. Las orejas, normalmente grandes y erguidas, identifican la fuente del sonido en segundos y captan susurros casi imperceptibles. Por ejemplo, el gato oye el sonido que hace el ratón antes de verlo. Es normal que cualquier ruido incluso aquel que nosotros ni siquiera percibimos, les asuste y que llevar un cascabel colgado sea para ellos una verdadera tortura.
También tienen el sentido del tacto muy desarrollado. Los receptores táctiles se encuentran principalmente en los bigotes o vibrisas, en la parte superior e inferior de la boca y sobre los ojos. Los receptores táctiles, cuyas raíces están conectadas a la complicada red del sistema nervioso, son comparables a pequeñas antenas. Son móviles y tan sensibles que indican al gato la aparición de un peligro, si un resquicio es demasiado estrecho para pasar o si hay algún obstáculo en su camino. Con ayuda de estas antenas puede identificar objetos y animales, como por ejemplo un ratón que no puede ver en la oscuridad. La posición de los pelos del bigote indican también el estado de ánimo del felino.
Los gatos tienen un sentido del olfato excelente, mejor que el nuestro, pero no tan fino como el del perro. Algunos olores les vuelven locos y entonces abren la boca con un gesto denominado <flemen> parecido a una mueca o un bostezo. Esto se debe a que en el cielo del paladar tienen el órgano vomeronasal u órgano odoríferas. Entre sus olores preferidos figuran la hierba gatera, la valeriana y también el olor de los humanos.
El exquisito sentido del gusto que poseen los gatos lo conocerá bien todo aquel que haya tenido uno. Diferencia los sabores amargos, ácidos y dulces y son de paladar muy fino, rechazan todo lo que no les gusta. Por ello, el truco de darles medicamentes camuflándolos entre la comida, resulta complicado.